El pasado 29 de septiembre se escribió el punto (y, casi con total seguridad, aparte) de mi apasionante aventura búlgara.
Han sido 12 meses de conocimiento de culturas antes extrañas y lejanas, de novedades, sorpresas, experiencias, descubrimientos, emociones y, sobre todo, aprendizaje a todos los niveles vitales.
La imborrable huella que este año en Bulgaria ha marcado en mi camino permanecerá en mí para siempre, gracias a la Beca Icex. Amigos, compañeros, conocidos autóctonos; todos ellos, cada uno en su respectiva intensidad, son personas con un espacio eterno en mi corazón, al igual que el precioso y contradictorio país que es Bulgaria.


Por todo ello...много ьлагодаря!! (Muchas gracias!!).

Legendaria. Imponente. Majestuosa ciudad. No es bellísima en sí misma, pero conserva monumentos y rincones preciosos. Llena de historia, Moscú deja huella. No tanto especialmente por sus gentes, algo frías, sino por la sensación de encontrarse en un lugar histórico, mezcla patente de tradición y modernidad.
Para mí, además fue curioso por el hecho del contraste con Bulgaria. Obviamente, por razones históricas, no son pueblos tan diferentes en cuanto a su arquitectura, idioma o estilo de vida; sin embargo, sí se aprecia el desigual nivel de desarrollo (al menos de Sofía a Moscú), lo cual no deja de ser interesante. 




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